EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA DEVOCIÓN DEL VIA CRUCIS

El origen del Vía Crucis se remonta a Jerusalén. Desde los primeros siglos del cristianismo se hizo costumbre que quienes peregrinaban allí recorriesen la Vía Dolorosa y orasen recordando el sufrimiento de Cristo por esos lugares. El encargo de la custodia de Tierra Santa a los franciscanos (s. XIV) contribuyó a la expansión de esta práctica por todo el mundo siendo reconocida por los papas con numerosas indulgencias.

En Andalucía hay constancia del via crucis que el dominico Álvaro de Córdoba erigió en un convento en la sierra próxima a esta ciudad en el siglo XV. En Sevilla hacia 1520, el primer marqués de Tarifa propició, después de un viaje a Tierra Santa, esta devoción recorriendo la distancia entre su palacio, la llamada Casa de Pilatos y el templete de la Cruz del Campo, ejercicio en el que algunos ven los orígenes remotos de las actuales procesiones de Semana Santa. Nuestra Hermandad, al menos desde mediados del siglo XX, viene realizando esta práctica llevando por las calles y a los templos y conventos de la collación la imagen del Cristo de la Buena Muerte como colofón del quinario que se ha celebrado en los días precedentes.

El número de las estaciones fue oscilando hasta que en el siglo XV se consolidan las catorce que hoy componen el llamado viacrucis tradicional. Tras el concilio Vaticano II se cuestiona que algunas estaciones no se basan directamente en los textos evangélicos sino que proceden de tradiciones medievales. Así se señalan las que recuerdan a las tres caídas de Jesús, al encuentro con su Madre y al episodio de la mujer Verónica que le limpió el rostro.

El Viernes Santo de 1991 en el Coliseo de Roma, San Juan Pablo II da a conocer una nueva ordenación del via crucis en el que desaparecen las estaciones cuestionadas y en su lugar se introducen otras apoyadas en los evangelios. Para ello el itinerario a meditar ya no comienza en la condena a muerte pronunciada por Pilatos sino que se retrotrae al comienzo de la Pasión con la oración de Jesús en el huerto de los Olivos. El Pontífice deja claro que no se trata derogar la forma tradicional sino de ofrecer otra alternativa, para que los agentes pastorales puedan optar por la que más convenga.

Se advirtió que esta nueva versión omitía toda referencia a la resurrección de Jesús, piedra angular de nuestra fe. Tal vez para remediarlo el Directorio para la Piedad Popular (2002) se sugiere añadir al final una reflexión sobre la Resurrección del Hijo de Dios.

Entre el conjunto de prácticas de religiosidad popular el viacrucis es una de las más valoradas, especialmente durante el tiempo cuaresmal. El citado Directorio afirma que un desarrollo del vía crucis “en el que se alternan de manera equilibrada: palabra, silencio, canto, movimiento procesional y parada meditativa, contribuye a que se obtengan los frutos espirituales de este ejercicio de piedad.”

José Antonio González Ruiz

Teniente Hermano Mayor

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