Escultórico

Imágenes actuales

Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Antonio Castillo Lastrucci

1937-1938

Imagen de talla completa

Madera de cedro policromada

1,76 m.

Intervenciones: José Pérez Delgado, 1991 (sustitución de la cruz original por una réplica); José Pérez Delgado, 2006 (reposición de espinas perdidas de la corona)

Tomaron, pues, a Jesús, y, cargándole la cruz, salió hacia el lugar llamado Cráneo, en hebreo Gólgota, donde lo crucificaron. Con él crucificaron otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio

Pilato, por su parte, escribió y puso sobre la cruz este rótulo: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». Muchos judíos leyeron la inscripción, porque donde Cristo fue crucificado era un sitio cercano a la ciudad, y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Entonces los pontífices de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas ‘El Rey de los judíos’, sino que él dijo: ‘Soy Rey de los judíos’». Pilato respondió: «Lo que he escrito, escrito está»” (Juan 19, 17-22).

Según el deseo expresado por los representantes de la hermandad en el contrato de ejecución, firmado el 14 de agosto de 1937, la imagen resulta una evocación de los grandes Crucificados barrocos sevillanos. Castillo Lastrucci hace en el Cristo de la Buena Muerte una serena recreación de las obras de Juan Martínez Montañés y de su discípulo Juan de Mesa. Según Jesús Palomero Páramo, “del Cristo de la Clemencia toma prestada la cabeza y el tronco, del Cristo de la Conversión del Buen Ladrón copia el sudario y del Cristo de la Buena Muerte de la cofradía universitaria recrea las piernas”. Y todo ello a partir del estudio del natural, pues Castillo utilizó como modelo a un empleado de la tienda de muebles Europa, que regentaba su hermano Manuel, llamado Manuel Gómez Lora.

Como el Cristo del círculo de Felipe de Ribas destruido en el incendio de San Julián de 1932 que vino a sustituir, esta imagen representa a Jesús crucificado y muerto, en el intermedio entre la lanzada y el descendimiento. La cabeza, vencida hacia el lado derecho, presenta corona de espinas tallada, añadiéndosele potencias de orfebrería. El rostro responde al modelo ideal de belleza masculina que Castillo va a aplicar a todas sus imágenes cristíferas. La dulce y serena concepción de la cabeza en general, y del rostro en particular, justifica la advocación de la Buena Muerte de Cristo. El sudario se anuda en la cadera derecha y deja al descubierto ese costado. Tres clavos lo fijan a la cruz, que es cilíndrica y arbórea, presentando en la parte superior el “titulus” con la razón de su condena escrita en hebreo, griego y latín. La cruz original, que se encontraba afectada por xilófagos, fue sustituida por una réplica en 1991 realizada por José Pérez Delgado.

 La imagen, que tuvo un costo de 3.500 pesetas, fue bendecida el 3 de abril de 1938 por el vicario Jerónimo Armario y Rosado en la iglesia de San Luis de los Frances, donde se encontraba establecida la hermandad después de los incendios de San Julián y San Marcos. Salió por primera vez el Domingo de Ramos de aquel año desde la iglesia de Nuestra Señora de Consolación (los Terceros), yendo solo en el paso, ya que la figura de la Magdalena no se incorporaría hasta 1944.

Santa María Magdalena

Antonio Castillo Lastrucci

1944

Imagen de talla completa

Madera de cedro estofada y policromada

1,12 m.

Intervenciones: José Pérez Delgado, 1991 (nueva peana y limpieza y reintegración de la policromía)

Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su Madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena» (Juan 19, 25)

En cabildo celebrado el 18 de febrero de 1944, la comisión gestora que gobernaba la hermandad acordó encargar una imagen de Santa María Magdalena a Antonio Castillo Lastrucci. Se pretendía con ello recuperar el misterio que la cofradía había venido procesionando a lo largo del primer tercio del siglo XX con la santa arrodillada al pie del Cristo de la Buena Muerte. Castillo tuvo que trabajar con gran celeridad, pues la intención de la hermandad era que la imagen se estrenase en la próxima Semana Santa. El 23 de marzo, el vicario aprobó la imagen y autorizó al párroco de San Julián para que la bendijese, saliendo por primera vez a la calle en la tarde del Domingo de Ramos, 2 de abril.

Esta escultura, que tuvo un coste de 7.000 pesetas, ha sido repetidamente considerada como la mejor figura secundaria salida de las gubias de Castillo Lastrucci. Su alta calidad demuestra que es una obra personal del maestro, con un cuidado estudio de la composición, los pliegues de los ropajes y el naturalismo de la expresión llorosa del rostro. Se trata de la única imagen de Santa María Magdalena de la Semana Santa de Sevilla de talla completa, destacando su rico estofado.

La Hiniesta es la única cofradía que ha conservado la escena de la Magdalena sola y arrodillada a los pies del Crucificado, un misterio que fue utilizado por otras hermandades que lo fueron suprimiendo a lo largo del siglo XX.

La hermandad conserva el boceto en barro que sirvió de modelo a Castillo Lastrucci para la ejecución de la imagen.

María Santísima de la Hiniesta Dolorosa

Antonio Castillo Lastrucci

1937

Imagen de candelero

Madera de cedro policromada

1,61

Intervenciones: José Pérez Delgado, 1993 (sustitución del candelero)

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «He aquí que este niño está destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel; será signo de contradicción, y una espada atravesará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones» (Lucas 2, 34-35)

Esta imagen fue contratada el 14 de agoto de 1937 conjuntamente con el Cristo de la Buena Muerte. Vino a reemplazar a la Virgen de la Hiniesta Dolorosa tallada por Castillo Latrucci en 1933 que se había perdido en el incendio de la parroquia de San Marcos el 18 de julio de 1936. Como en esa primera versión, el modelo de referencia para Castillo fue la primitiva Hiniesta Dolorosa destruida en la quema de San Julián en 1932. De ella tomó la dulzura del llanto, la inclinación de la cabeza hacia el lado derecho y la mirada baja dirigida hacia la derecha.

En la Virgen de la Hiniesta, Castillo fija el modelo de Dolorosa que había iniciado con la Virgen del Dulce Nombre (1924) y que repetirá una y otra vez a lo largo de su carrera. Es la llamada «Dolorosa castiza», la representación de María muy joven, adolescente, según el ideal de belleza de la mujer andaluza soñado por el romanticismo: piel morena y ojos grandes y oscuros. La viveza de la mirada se potencia con el uso de ojos de cristal y pestañas postizas. Cinco lágrimas de cristal recorren las mejillas, dos en la derecha y tres en la izquierda. La boca, pequeña y de labios encarnados, queda entreabierta dejando ver los dientes superiores tallados.

Tuvo un costo de 3.000 pesetas y fue bendecida en septiembre de 1937 en la iglesia de San Luis de los Franceses, donde se encontraba establecida la hermandad tras los incendios de San Julián y San Marcos. Procesionó por vez primera el Domingo de Ramos de 1938 desde la iglesia de Nuestra Señora de Consolación (los Terceros).

La feliz ejecución de esta imagen hizo que numerosas hermandades de toda la geografía española encargaran a Castillo Lastrucci dolorosas que fueran copia de la Hiniesta. El modelo original de escayola que sirvió para la saca de puntos se conserva en una colección particular.

María Santísima de la Hiniesta Gloriosa

Antonio Castillo Lastrucci

1945

Imagen de talla completa

Madera estofada y policromada

1,25 m.

Intervenciones: José Pérez Delgado, 1992 (limpieza y reintegración de policromía).

Y dijo María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humilde condición de su sierva. Porque desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones»» (Lucas 1, 46-48)

Después de la destrucción de la primitiva Virgen de la Hiniesta Gloriosa, escultura gótica del siglo XIV, en el incendio de la parroquia de San Julián en 1932, se barajó la idea de crear una reproducción en plata que a manera de relicario contuviese los restos calcinados. Esta propuesta fue finalmente desechada y se optó por encargar a Antonio Castillo Lastrucci una réplica tallada en madera que supliese el vacío dejado por el original perdido. La nueva imagen fue bendecida por el párroco de San Julián, Santos Arana, en representación del cardenal Pedro Segura y Sáenz, en la iglesia de San Luis de los Franceses, donde se encontraban establecidas la parroquia y la hermandad, el 9 de septiembre de 1945. Al acto asistieron el Ayuntamiento bajo mazas y una representación de las Hermanas de la Cruz, en recuerdo de la devoción profesada por Santa Ángela a la Virgen de la Hiniesta en su infancia y juventud cuando residió en el barrio.

La actual imagen copia, por tanto, el modelo desaparecido en composición e iconografía, variando en las proporciones (más estilizadas en el original gótico) y en un naturalismo más acusado. Al tratarse de una escultura de talla completa no se la reviste. Sólo en determinadas ocasiones (culto, besamanos o procesión) se le sobrepone un manto. Sí posee una serie de aditamentos que complementan la lectura iconográfica: corona (realeza de María), ráfaga y media luna (Mujer apocalíptica vestida de sol que apoya sus pies sobre la luna), bastón de mando (como alcaldesa perpetua de Sevilla), medalla y llaves de la ciudad (como patrona y protectora de Sevilla) y retama de hiniestas (alusivas a la leyenda de su aparición).

La Virgen de la Hiniesta Gloriosa fue coronada canónicamente por el cardenal José María Bueno Monreal en la catedral de Sevilla el 23 de mayo de 1974.

Inmaculada Concepción

Atribuida a Juan Martínez Montañés y a Alonso Cano

Primer tercio del siglo XVII

Imagen de talla completa

Madera de cedro estofada y policromada

1,41 m.

Intervenciones: Antonio Castillo Lastrucci, hacia 1940 (nuevas manos); Museo de Bellas Artes de Sevilla, 2001 (eliminación de elementos metálicos y limpieza y reintegración de policromía)

Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajos sus pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza. Estaba encinta, y gritaba con los dolores de parto y las angustias de dar a luz» (Apocalipsis 12, 1-2)

La primera noticia conocida sobre esta imagen data de 1779 cuando fue citada en la correspondencia mantenida entre Antonio Ponz, secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y el conde del Águila. Según contaba el aristócrata sevillano, la escultura procedía de la parroquia de La Campana y se había colocado poco antes en el nuevo retablo mayor que se había construido en la parroquia de Santa Lucía de Sevilla. Cuando esta iglesia fue clausurada en la revolución de septiembre de 1868, la imagen pasó al vecino templo de San Julián, haciéndose cargo de ella la Hermandad Sacramental. Fue de las pocas piezas que lograron salvarse del incendio de la parroquia en 1932, aunque los daños que sufrió obligaron a su restauración y a la realización de un nuevo juego de manos por Sebastián Santos Rojas.

Su autoría es motivo de controversia. Juan Agustín Ceán Bermúdez la vinculó al quehacer de Alonso Cano, una atribución que ha venido manteniéndose hasta nuestros días. Esta opinión se fundamenta en el hecho de que Cano contrató, el 18 de agosto de 1629, un retablo sobre la vida de la Virgen para la parroquia de La Campana que debía llevar en la hornacina central una imagen de la Inmaculada Concepción. De esta manera, la cronología de la imagen estaría enmarcada entre 1632 y 1634. No obstante, Emilio Gómez Piñol, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, ha propuesto recientemente, por razones estilísticas, su incorporación al catálogo de Juan Martínez Montañés, como en su momento defendiera el conde del Águila. Para Gómez Piñol su fecha de ejecución estaría entre las de otras dos Inmaculadas de Montañés, la de El Pedroso (1606-1608) y la «Cieguecita» de la catedral (1631).

Iconográficamente, responde al modelo típico de la Inmaculada utilizado en los talleres escultóricos y pictóricos barrocos sevillanos: Virgen muy joven, con la cabeza agachada, los ojos entornados y las manos unidas en gesto de recogimiento y oración. Apoya los pies sobre una luna creciente soportada por dos querubines.

Piedad de Nuestra Señora

Antonio Castillo Lastrucci

1949

Imagen de talla completa

Madera estofada y policromada

1,17 m. de alto x 1,62 m. de ancho

Intervenciones: José Pérez Delgado, 1994 (estofado y policromía nuevos)

Vosotros todos, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta» (Lamentaciones 1, 12)

Grupo escultórico en el que se representa a María sosteniendo en su regazo el cuerpo muerto de Jesús al pie de la cruz, un pasaje que no aparece mencionado en los Evangelios pero que ha tenido un extenso desarrollo artístico desde los tiempos medievales por la fuerte carga emocional que comporta el lamento de la Madre que abraza el cadáver del Hijo.

Castillo Lastrucci realizó esta obra por iniciativa propia, sin mediar encargo alguno, y siempre le tuvo un especial afecto, no queriendo nunca desprenderse de ella, guardándola en su despacho hasta su muerte. Posteriormente, la familia Castillo la depositó en la iglesia de San Sebastián de San Nicolás del Puerto. Allí no se conservó en las mejores condiciones, lo que obligó al discípulo del maestro, José Pérez Delgado, a estofarla y policromarla de nuevo. Esta intervención se realizó con motivo del acuerdo de cesión que la familia hizo con la parroquia de San Julián y la Hermandad de la Hiniesta para que la Piedad rematase el monumento funerario de Antonio Castillo Lastrucci construido en dicha iglesia, en el que los restos del escultor fueron inhumados el 9 de noviembre de 1995.

La cruz al pie de la cual se sitúa la Piedad es la antigua del Cristo de la Buena Muerte, realizada por el propio Castillo Lastrucci en 1938.

La Piedad de Nuestra Señora fue incorporada al título de la hermandad en las reglas aprobadas en 2004.

Imágenes desaparecidas

María Santísima de la Hiniesta Gloriosa

Autor anónimo

Hacia 1330-1380

Imagen de talla completa

Madera de alerce estofada y policromada

1,26 m.

Intervenciones: Manuel Delgado Brackembury, 1912 (eliminación de los brazos articulados, reposición de la mano derecha y reintegración de policromía)

Desaparecida en 1932

Estando desposada María, su madre, con José, antes de que convivieran se encontró encinta por virtud del Espíritu Santo. José, su marido, siendo justo y no queriendo denunciarla, resolvió dejarla ocultamente. Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueño y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir contigo a María, tu mujer, pues su concepción es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros»» (Mateo 1, 18-23)

Es la imagen que dio origen a la devoción de la Hiniesta y su hermandad. Según la leyenda, se remontaba a los tiempos apostólicos y fue encontrada por Per de Tous entre unas retamas (hiniestas) en tierras de Cataluña en torno a 1380. El historiador José Gestoso, teniendo presente el origen de la familia Tous, consideró factible la procedencia catalana de la imagen, llegando incluso a señalar rasgos de influencia italiana, circunstancia característica de la estatuaria gótica levantina, y la fechó en la primera mitad del siglo XIV. Posteriormente, el historiador del arte José Hernández Díaz buscó una mayor precisión cronológica y, por el tipo de vestimenta que presentaba, sobre todo por la forma del cuello que crea el manto, que no llega a desnudar los hombros, la consideró posterior a 1330, lo que delimitaría un arco temporal de medio siglo para su creación hasta 1380.

Como otras imágenes devocionales, no escapó a la moda de recubrir esculturas de talla completa con ropas y otros aditamentos de orfebrería. Para ello se le colocaron brazos articulados, lo que obligó a aserrarle los hombros y la mano derecha. Se le debió dotar también de un candelero que aumentase su altura, de modo que quedase proporcionada a las dimensiones de los brazos, y facilitase la colocación de la saya.

En 1912, a instancias del marqués de la Granja, fue restaurada por Manuel Delgado Brackembury, auxiliado por el pintor Santiago Martínez. Se le retiraron los brazos articulados y se le repuso la mano derecha, a la que se le añadió una manzana postiza en sustitución de un antiguo atributo perdido.

La Virgen de la Hiniesta Gloriosa respondía al modelo iconográfico de la «Hodigitria» de procedencia bizantina característico del Gótico, es decir, la Virgen conductora que porta al Niño Jesús en brazos. Éste agarraba en la mano izquierda un pequeño pájaro como representación del alma humana que busca amparo en Cristo. La manzana añadida en la mano derecha de la Virgen en la restauración de 1912 aludía a la misión Corredentora de María, una nueva Eva que, junto a su Hijo, supera el pecado conduciendo al hombre por el camino de la salvación.

La imagen fue destruida en el incendio de la iglesia de San Julián el 8 de abril de 1932. Sus restos calcinados se custodian en una hornacina en el camarín del retablo mayor de la parroquia.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Felipe de Ribas

1640-1650

Imagen de talla completa

Madera policromada

Medidas desconocidas

Desaparecido en 1932

Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y en su condición de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2, 5-8)

Se ignora cuál fue la imagen de Cristo que pudo utilizar la cofradía en las estaciones de penitencia de los siglos XVI y XVII. Tras la reorganización de 1879, se sacó en Semana Santa un Crucificado que había en un retablo en la nave de la Epístola de la parroquia de San Julián que, al estar realizado en pasta, se vio pronto afectado por la lluvia. En su lugar, se pidió anualmente al marqués de la Granja, patrono de la capilla mayor, la cesión del Crucificado del remate del retablo, que era de madera y de mayor calidad artística.

Consta documentalmente que el retablo mayor de San Julián fue contratado por el tallista y escultor Felipe de Ribas el 25 de octubre de 1640. Cuando José Hernández Díaz dio a conocer esta noticia en 1928, atribuyó a Ribas el Crucificado del remate. No obstante, María Teresa Dabrio, autora de una monografía sobre el taller de este maestro cordobés, duda de que la imagen fuera suya porque en el contrato no se menciona y porque era blanda de factura, lo que le ha llevado a sugerir la autoría de algún imaginero de su círculo, quizás tras la muerte de Felipe de Ribas en 1648.

Esta imagen respondía al modelo característico del Barroco sevillano: Cristo muerto fijado a cruz arbórea con tres clavos, estando el pie derecho montado sobre el izquierdo; la cabeza caía sobre el hombro derecho, con corona de espinas postiza; herida de la lanzada en el costado derecho; y paño de pureza tallado sujeto con cuerda y nudo en la cadera derecha que quedaba parcialmente desnuda.

Tanto el Crucificado de pasta como el Cristo que remataba el retablo mayor fueron destruidos en el incendio de la iglesia de San Julián el 8 de abril de 1932. Los restos calcinados del segundo se custodian en una hornacina en el camarín del retablo mayor de la parroquia.

María Santísima de la Hiniesta Dolorosa

Autor anónimo

Siglos XVI-XVII

Imagen de candelero

Madera policromada

Medidas desconocidas

Desaparecida en 1932

¡Toda hermosa eres amada mía, no hay tacha alguna en ti!» (Cantar de los Cantares 4, 7)

Imagen de proverbial belleza, cuyo recuerdo permanece aún vivo en el imaginario colectivo de los cofrades sevillanos ochenta años después de su desaparición. Destruida en el incendio de la parroquia de San Julián el 8 de abril de 1932, sus restos calcinados fueron de nuevo pasto de las llamas el 18 de julio de 1936 en la quema de San Marcos, en cuya sacristía se custodiaban. Sólo se conserva un fragmento de la mejilla en un relicario que va a los pies de la actual Dolorosa en su paso el Domingo de Ramos.

La autoría de esta imagen es desconocida, aunque de manera sistemática se viene atribuyendo a Juan Martínez Montañés sin fundamento alguno. Francisco Murillo Herrera, fundador del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, la atribuyó en cierta ocasión, de manera oral, a Alonso Cano.

La única referencia documental conocida de una talla mariana para la hermandad es el contrato suscrito por Gaspar del Águila y Juan de Oviedo el Viejo el 5 de junio de 1583 para construir un retablo, en cuyo tabernáculo principal habría de ir una imagen de la Virgen de siete palmos (1,46 m.) «hecha de todo relieve». Celestino López Martínez planteó la posibilidad de que la Virgen de la Hiniesta atribuida tradicionalmente a Martínez Montañés fuese la realizada por Gaspar del Águila y Juan de Oviedo. José Hernández Díaz puso en duda tal identificación al advertir que la contratada en 1583 era de «todo relieve», es decir, tallada en totalidad, cuando la imagen de la que tratamos era de candelero para vestir.

Esta imagen fue vestida por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, quien ensayó en ella sus geniales y revolucionarias fórmulas para el atavío de las Dolorosas. La Hiniesta fue la primera Virgen en ser vestida de hebrea, costumbre hoy universalizada en época de cuaresma no sólo en Sevilla sino en numerosos lugares de España.

María Santísima de la Hiniesta Dolorosa

Antonio Castillo Lastrucci

1933

Imagen de candelero

Madera policromada

Medidas desconocidas

Desaparecida en 1936

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo que él amaba, dijo a su madre: «Mujer, he ahí tu hijo». Luego dijo al discípulo: «He ahí a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo la recibió consigo» (Juan 19, 26-27)

La Hermandad de la Hiniesta perdió todas sus imágenes en el incendio de la parroquia de San Julián el 8 de abril de 1932. La desaparición del libro de actas de aquellas fechas impide conocer con exactitud el proceso emprendido para reemplazarlas, pero parece que se comenzó con la Dolorosa. Se desconoce si se convocó un concurso o si se contactó individualmente con varios imagineros, pero lo cierto es que se conservan cuatro fotografías con anotaciones en el reverso que informan que se tratan de réplicas de la desaparecida Virgen de la Hiniesta Dolorosa realizadas por José Merino Román (octubre de 1932), Antonio Bidón Villar (marzo de 1933), Cayetano González Gómez (1933) y Antonio Castillo Lastrucci (1933). La elegida fue la de Castillo Lastrucci tras algún tipo de retoque. Fue bendecida por el cardenal Eustaquio Ilundáin el 10 de septiembre de 1933 en la parroquia de San Marcos, donde se encontraba establecida la hermandad tras la destrucción de San Julián.

Esta imagen procesionó los Domingos de Ramos de 1935, bajo palio, y 1936, al pie de un Crucificado cedido por la Hermandad de la Lanzada en el único paso que se sacó la cofradía aquel año. Desapareció en el incendio de la parroquia de San Marcos el 18 de julio de 1936.

Imágenes del paso del Calvario: San Juan Evangelista, Santa María Magdalena, Santa María Cleofás, Santa María Salomé, José de Arimatea y Nicodemo

Autor anónimo

Década de 1880

Imágenes de candelero

Madera policromada

Medidas desconocidas

Desaparecidas

Pero Jesús, lanzando un gran grito, expiró. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión situado frente a él, al verlo expirar así, exclamó: «Verdaderamente era Hijo de Dios». Había también unas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, las cuales, desde cuando estaba Jesús en Galilea, lo acompañaban y lo servían, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén»

Llegada ya la tarde, como era la preparación de la pascua, es decir, la víspera del sábado, José el de Arimatea, insigne miembro del Sanedrín, que esperaba también el reino de Dios, se atrevió a ir a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se admiró de que ya hubiese muerto y, llamado al centurión, le preguntó si había muerto ya. Al saberlo por el centurión, concedió el cadáver a José. Compró una sábana, lo bajó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo depositó en un sepulcro que estaba cavado en la piedra e hizo rodar una losa a la puerta del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José estuvieron mirando dónde lo ponían» (Marcos 15, 37-47).

En 1881, la cofradía de la Hiniesta volvió a hacer estación de penitencia después de más de dos siglos. Salió en la tarde del Lunes Santo, por la lluvia caída el Domingo de Ramos, con un solo paso en el que figuraban el Crucificado, la Virgen y San Juan. Con este paso con la iconografía del Calvario y la Virgen de la Hiniesta al pie de la cruz procesionó en todas las salidas de finales del siglo XIX, pues el paso de palio no se crearía hasta 1906. Al conjunto original de tres imágenes se incorporaron después las figuras de Santa María Magdalena, las dos Santas Mujeres y los dos Santos Varones, representándose el momento previo al descendimiento del cuerpo muerto de Jesús, con las escaleras apoyadas en el travesaño de la cruz.

Se desconoce la autoría de las imágenes de este misterio, que eran de candelero y se vestían con túnicas de terciopelo con bordados de oro en estilo gótico. Las imágenes de la Magdalena y los Santos Varones se estrenaron en 1886.

Cuando la cofradía reanudó la estación de penitencia a partir de 1906 se desmontó la escena del Calvario al pasar la Virgen al paso de palio. Sólo se mantuvo, a partir de 1909, la figura de la Magdalena al pie del Crucificado. Se ignora el paradero de estas imágenes.

Imágenes del paso alegórico del Triunfo de la Santa Cruz: Fe, Esperanza, Caridad, San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan

Manuel Pérez Gisbert

1906

Imágenes de candelero

Madera policromada

Medidas desconocidas

Desaparecidas

Porque el lenguaje de la cruz es locura para los que perecen; mas para nosotros, que nos salvamos, es poder de Dios. Pues está escrito: «Inutilizaré la sabiduría de los sabios y anularé la inteligencia de los inteligentes». ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el investigador de este mundo? ¿No aconteció Dios la sabiduría del mundo? Ya que el mundo por la propia sabiduría no reconoció a Dios en la sabiduría divina, quiso Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden milagros, y los griegos buscan la sabiduría; mas nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados, judíos o griegos. Pues la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios, más fuerte que los hombres» (I Corintios 1, 18-25)

La cofradía estrenó el Miércoles Santo de 1885 un paso alegórico del Triunfo de la Santa Cruz, aunque en algunos documentos de la época también se le menciona como del Triunfo de la Fe. La cruz aparecía sobre una palmera, símbolo de victoria, a cuyo pie se encontraban, sobre un trono de nubes, las Virtudes brotadas en el sacrificio del Calvario: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Delante de ellas, los cuatro Evangelistas en actitud de recibir la inspiración para consignar en sus escritos el mandato y la práctica de las virtudes teologales. Se ignora la autoría de este misterio decimonónico, tan solo conocemos el dato de que en 1886 se estrenaron las imágenes de los Evangelistas.

Cuando la cofradía reanudó sus salidas procesionales en 1906 se estrenó un nuevo misterio realizado por Manuel Pérez Gisbert con la misma composición y las mismas figuras que el primitivo. Por las fotografías conservadas, se observa que se trataba de imágenes de candelero vestidas con telas naturales. Este misterio procesionó hasta 1910. En 1912, el paso se vendió a la Hermandad de los Negritos para que lo utilizara en su salida procesional el Cristo de la Fundación, desconociéndose la suerte de las siete imágenes.

El Triunfo de la Santa Cruz se incorporó al título y la heráldica de la hermandad, como recuerda el escudo que adorna la bandera cruzada azul y roja que actualmente forma parte del cortejo del Cristo de la Buena Muerte.