Tiempo de Adviento: Cultivar el encuentro con Jesús

Hoy domingo, 27 de noviembre, comienza el tiempo litúrgico denominado Adviento, con el que de nuevo, el ciclo de la liturgia tiene su principio con estas próximas cuatro semanas a partir de hoy, donde los cristianos nos preparamos para la venida del Mesías, de Jesús, que nació de la Virgen María y que viene hoy, en los signos de los tiempos, para finalmente venir con gloria. 

Los romanos denominaban adventus (llegada) al tiempo de preparación de la visita de algún personaje importante (un rey o un general victorioso); para nosotros ese personaje es Jesús. Y aunque cuenta con muchos siglos de existencia, es el más moderno de los tiempos litúrgicos fuertes, el último en formarse allá por el siglo V. A lo largo de la historia su duración ha venido oscilando entre tres y seis semanas. Las vigentes Normas sobre la ordenación del calendario litúrgico establecen su duración en cuatro semanas y fijan su comienzo el domingo más próximo al 30 de noviembre. Es tiempo de alegría contenida, de espera activa y de preparación espiritual.

El color propio de este tiempo litúrgico es el morado, salvo en el tercer domingo, en el que se utiliza el color rosado, es el domingo de Gaudete (Gozo), indicando la alegría al acercarse ya el nacimiento del Señor: «Estad alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.» Antífona, cf. Flp. 4, 4-5.

En este período de tiempo, El Papa Francisco, nos invita a “estar despiertos y orar”, como dos actitudes claves para vivir este tiempo de vigilia y de profunda esperanza. Es un tiempo propicio para cultivar y resignificar la “cultura del encuentro”, con Jesús y con nuestros hermanos.

Nuestro corazón debe convertirse en un Belén, lleno de amor y de alegría, en donde, con jubilante esperanza, recibamos a Jesús.

El Santo Padre, nos invita a sacudirnos del letargo y despertarnos del sueño, y nos propone la pregunta de saber reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, y previene que si no somos conscientes de su venida, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos.

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