Con ocasión de celebrar hoy la función en honor de nuestra titular Santa María Magdalena, profundizaremos tanto en el personaje bíblico como en su iconografía a través de la Historia y veremos alguna peculiaridad que rodea su figura.
Comenzaremos acudiendo a las Sagradas Escrituras, que nos revelarán su presencia en los cuatro Evangelios canónicos. De este modo, se indica que acompañaba a Jesús en su ministerio público desde Galilea, que el propio Jesús le había sacado “siete demonios” y que lo acompañó tanto en el Calvario como en el Entierro. Por último, habría sido la privilegiada testigo de la Resurrección. Por otro lado, es posible que no siempre que creamos que aluden a María Magdalena sea cierto del todo. Ello es así porque suele ser citada como María –omitiendo a veces su procedencia de Magdala–, y no es la única con este nombre que figura en los relatos evangélicos: además de la Madre de Jesús también habrá otras como la hermana de Lázaro y Marta o María de Cleofás, María de Magdala…
Todo ello explicaría la importancia que siempre se le ha dado en la narrativa sagrada, pero tal vez habría que profundizar un poco más. Por ejemplo, no se la menciona en las cartas de San Pablo, que según algunos estudiosos serían más antiguas que los propios Evangelios, lo cual pudiera deberse a que en el Judaísmo el testimonio de las mujeres no se consideraba fiable. Sin embargo, su consideración entre los primeros cristianos fue reveladora. Valga el caso de Hipólito de Roma en el siglo III, que la incluye entre los principales seguidores, o de otros que le dan el rango de apostola apostolorum o apóstol de los apóstoles por ser la primera en presenciar al Señor resucitado. En cuanto a los evangelios apócrifos, en uno de ellos se equipara a Juan y el de Felipe la refiere como la seguidora favorita de Jesús.
Es interesante apreciar cómo desde la Edad Media su perfil va a ser entendido de dos maneras diferentes. En primer lugar,tendríamos a la Magdalena como pecadora arrepentida y penitente, lo que podría derivarse de una confusión con otras figuras de los primeros años del Cristianismo como sería Santa María Egipciaca. A partir de esta interpretación en la actualidad asociamos a María Magdalena con la mujer a la que Jesús redime y que en agradecimiento le limpia los pies con sus cabellos. Por otro lado, tenemos a la evangelizadora que propagó el mensaje de la Redención en las Galias. Ambas versiones convergerán a partir del siglo XI y la Leyenda Dorada dos centurias más tarde completará su biografía tal cual nos ha llegado.
Por lo expuesto, la tradicional iconografía de la Magdalena la exornará con ciertos atributos que aludan a su vida. Entre ellos estarán el tarro de perfumes debido al episodio de la mujer pecadora en casa del fariseo. También están los ungüentos para perfumar el cuerpo de Jesús en el sepulcro. En cuanto al aspecto con que se representa están los cabellos largos y sueltos por su condición de mujer soltera. También ha sido frecuente mostrarla semidesnuda y con una cruz o calavera alusivos a la penitenciapropia del arrepentimiento de sus pecados, y a veces se acompaña de una serpiente a sus pies (triunfo sobre el pecado) y un manto rojo (pasión).
A modo de conclusión, podemos resaltar que fue un personaje individual y libre, lo cual es notorio en el relato bíblico porque las mujeres suelen aparecer como secundarias de un hombre (madre de, hija de, hermana de…). Además, en las Sagradas Escrituras consta como la alguien con libertad y voluntad para seguir a Jesús, lo que la equipararía a los discípulos.
En lo que concierne a nuestra hermandad, la excelente talla de D. Antonio Castillo Lastrucci en nuestro primer paso la muestra arrodillada a los pies del Señor con una mirada compungida, lo que nos revela el sufrimiento ante la contemplación de la Muerte del Hijo de Dios. En los relieves de las andas figuran dos escenas de su vida, entre ellas el Noli me Tangere tras contemplar a Jesús Resucitado.
José María Pinilla
Julio 2025