La Virgen de la Hiniesta Gloriosa y el Corpus Christi

A pocas horas de que acompañemos a nuestra Titular letífica al altar de la Plaza de San Francisco, recordaremos la histórica relación que la bendita imagen tiene con la devoción a Jesús Sacramentado y con tan señalado día en el calendario cristiano.

Orígenes vinculados al culto eucarístico

Tal y como nos cuenta la tradición, desde la llegada a nuestra tierra de aquella Virgen de la Hiniesta traída desde la lejana Cataluña, su devoción no hizo sino aumentar en toda la ciudad. Es por ello que desde bien temprano ya hay menciones a una corporación erigida en su honor. El ancestral arraigo de la sagrada efigie con la iglesia próxima a la Puerta de Córdoba de la que afirmaba provenir la convertirá en la referencia espiritual del vecindario de San Julián. En paralelo, dada su condición parroquial –es una de las primitivas en aquel reparto que San Fernando hiciera tras la conquista de Sevilla–,  podemos afirmar que el culto al Santísimo Sacramento era igualmente principal para sus feligreses.

De todo ello deducimos que ya antaño hubo una evidente cercanía entre la veneración dispensada a Santa María de la Hiniesta y la dirigida a la Eucaristía. Esto se demuestra en una ilustración que figura en las reglas fundacionales de la hermandad sacramental de San Julián, datadas en 1599, donde se muestra a Santa Basilisa –esposa del titular del templo– arrodillada ante la Virgen. Esta pintura al temple es además la representación más antigua conocida de la devota talla.

Presencia de la Virgen de la Hiniesta en la procesión del Corpus

La procesión celebrada en honor de Jesús Sacramentado fue desde antiguo uno de los días más señalados en Sevilla, con las calles engalanadas y nutrida participación de todos los colectivos de la ciudad, desde las autoridades hasta las parroquias, hermandades, órdenes religiosas o gremios. Aunque en nuestra memoria reciente la composición del cortejo no varía apenas, en tiempos pasados difería notablemente de lo que hoy conocemos. Nos vamos a situar a finales del siglo XIX, momento en que el Ayuntamiento y el propio Cabildo catedralicio, con la intención de incrementar el esplendor de la celebración, fomentaron la inclusión en la procesión de diversas imágenes gloriosas y de corte sacramental.

Esta tendencia se va a mantener en las primeras décadas de la centuria siguiente, y es en este contexto en el se invita a la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, que se integrará en el cortejo euciarístico tanto en 1919 como en 1922. A modo de curiosidad, en aquel tiempo la imagen no era titular de la corporación, que tenía únicamente carácter penitencial. En el primero de estos años compartió presencia la Virgen del Rosario de la Cestería –entonces en la calle Santas Patronas y hoy en la parroquia de Las Flores–, la de Valvanera de San Benito o la de los Reyes de San Ildefonso. Por su parte, la edición de tres años más tarde contó también con la Virgen del Rosario de San Julián, cuya corporación por aquellos años residía en la vecina San Marcos.

Podemos por último reseñar que la crónica periodística de la procesión de 1919 indicaba que “figuraba el paso de la Virgen de la Hiniesta, que hace dos siglos no salía en día del Corpus”, dato este que no tenemos acreditado al cien por cien, por lo que lo reflejamos únicamente como una posibilidad aún por estudiar.

El altar de las Casas Consistoriales

Más próximo a nuestros días, aunque ya hayan transcurrido seis décadas, es el momento desde el cual la Virgen preside el altar municipal instalado en la Plaza de San Francisco. Fue en efecto en 1965 cuando se tomó la feliz decisión de llevar a María Santísima de la Hiniesta para tal fin. Aquel primer año el traslado tuvo lugar en la antevíspera del Corpus Christi, y sabemos por los testimonios que la comitiva salió de San Julián a las once de la noche “con gran número de fieles”. La sagrada imagen pernoctó en el interior del Ayuntamiento y fue subida a su ubicación al día siguiente. El retorno a su sede aconteció en la noche del domingo.

Quienes juntamos ya algunos años de fidelidad en la hermandad recordamos con cariño aquellas procesiones en la amanecida de la mañana del jueves con la Virgen sobre unas sencillas andas y el acompañamiento de un rosario al son que marcaba la querida Sor Bibiana. De la misma manera, el regreso tenía lugar el domingo también a primera hora, en esta ocasión con un entrañable coro de campanilleros. No sería hasta los años noventa cuando el formato de la procesión derivó al actual, con la imagen entronizada sobre un paso procesional y acompañamiento de banda de música, tanto en la ida en la tarde noche del miércoles como en el camino de vuelta al mismo día del Corpus a la caída del sol.

Por todo lo expuesto, confiamos en que nuestros hermanos tengan presente que al acompañar a nuestra sagrada titular hacemos público un vínculo ancestral entre el cariño que le profesamos a Ella y los honores que ofrecemos a Jesús Sacramentado.

José María Pinilla

Junio 2025

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