El Vía-Crucis del Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Traemos hoy, por la cercanía del Via Crucis al Santísimo Cristo, este artículo íntegro, que hiciera N.H.D. Emilio José Balbuena Arriola para el Boletín de las Cofradías, y el cual nos hace un recorrido histórico por esta acto de la Hermandad que cumple más de 50 años, sin olvidar que es el primer culto externo que realizan nuestras Hermandades en el año:

El primer culto externo que realizan nuestras Hermandades en el año, es el Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de la Hiniesta, que se realiza normalmente dentro de la última semana del mes de enero, juntamente con su Quinario, Función y Besapiés. Esta primacía de culto externo, curiosamente también se corresponde con ser el primer crucificado que procesiona en Semana Santa por las calles de Sevilla, el primero y más antiguo con la advocación Buena Muerte y el primero y único con la representación iconográfica de Cristo con la Magdalena a los pies.

El carácter misional y de apostolado de este Vía Crucis tiene sus orígenes en los años sesenta del pasado siglo, concretamente cuando en nuestra ciudad se celebró la Santa Misión, promulgada por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, José María Bueno Monreal. En el Archivo Histórico de la Hermandad de la Hiniesta hemos podido consultar, como este culto externo al Santísimo Cristo de la Buena Muerte tenía más o menos regularidad durante los años cincuenta del siglo XX, coincidiendo con el quinario que se hacía en honor tanto de la imagen cristífera como de la titular mariana, la Virgen de la Hiniesta. La precaria situación económica provocaba que en ocasiones se suspendiera el Vía-Crucis, incluso cuando había sido aprobado por cabildos de oficiales. Estos cultos se realizaban dentro de la Cuaresma y finalizaban con una función “y por la noche Vía-Crucis solemne con la efigie del Santísimo Cristo de la Buena Muerte por las calles de la feligresía”.[1] Hasta los primeros años de la década de los sesenta del pasado siglo, concretamente en 1963, no se diferencian los cultos en honor del Cristo de la Buena Muerte, con un quinario y un “piadoso Vía-Crucis, con nuestra devota Imagen por las calles de la feligresía, previa la autorización de la Autoridad Eclesiástica…después de la Santa Misa de 8 de la tarde” y los de la Santísima Virgen de la Hiniesta Dolorosa con un septenario doloroso. A pesar de esta diferenciación de cultos para cada titular de la Hermandad, tendrán que pasar algunos años más para que el quinario, con el Vía-Crucis pase a la última semana de enero y convertirse por tanto en el primer culto externo de una Hermandad sevillana en el año. En cabildo de oficiales de 5 de febrero de 1963, la Comisión Rectora, que gobernaba la Hermandad decide solicitar el permiso para la celebración del Vía-Crucis para el 24 de febrero y se acuerda también la celebración del Besapiés del Cristo de la Buena Muerte, como finalización de los cultos en su honor y “distribuir con tal motivo una comida extraordinaria a 50 ancianos necesitados de la feligresía, en un Comedor del Colegio de San Cayetano, cuyos vales, serían entregados a la Cárita Parroquia para su distribución a los más necesitados”.[2] El itinerario de este Vía-Crucis se realiza por las calles aledañas del barrio y ya desde estos momentos se rezan estaciones en el monasterio de Santa Paula, Convento de Santa Isabel y la capilla de los Servitas, “siendo de destacar por su emotividad”, según consta en el Vía-Crucis de 1963. Al año siguiente continúan las mejoras organizativas de los cultos en honor al Cristo de la Buena Muerte, y por tanto de su Vía-Crucis, así en cabildo de oficiales de 31 de enero de 1964 se hace constar el agradecimiento al hermano D. Juan García y García por las maderas que proporcionó para la confección de unas parihuelas para el Vía-Crucis.[3]

En el año 1965 la Hermandad con buen criterio y ante la convocatoria de la Santa Misión por el Cardenal Bueno Monreal, decide aplazar el Quinario al Cristo de la Buena Muerte y unirse a la parroquia en una colaboración estrecha con la misma y la parroquia de San Julián. En este acto en el que organizaba el Arzobispado de Sevilla, la Hermandad de la Hiniesta participó con la Virgen de la Hiniesta Dolorosa que vestida de hebrea se trasladaría a la calle Canal 42 en el sevillano barrio del Cerro del Águila, donde se establecería el centro misional. El traslado se realizó el 27 de enero de 1965.[4] En ese mismo año en el mes de noviembre se refleja en el acta de cabildo de oficiales del día 16 como la Hermandad Sacramental de San Julián, tiene intención de fusionarse con la de penitencia y gloria de la Hiniesta. Fruto de esta fusión será la creación de unas nuevas Reglas y de una restructuración general de los cultos anuales a los titulares de la Hermandad. Ya en el año 1966, antes de la aprobación definitiva de las nuevas Reglas, que no tendrían lugar hasta el 27 de febrero de 1967, los cultos en honor del Cristo de la Buena Muerte se establecen del 24 al 30 de enero y así permanece prácticamente invariable hasta nuestros días.[5] Se cumplen por tanto cuarenta y cinco años de que se celebre el Vía-Crucis del Cristo de la Buena Muerte, como primer culto externo de nuestras Cofradías.

En las Reglas anteriormente citadas, en su artículo 16, apartado H, se especifica que “para honrar al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, se celebrará un solemne Quinario en la última semana del mes de Enero, que finalizará con Misa de Comunión General y Besapies de la Sagrada Imagen. Este Quinario tendrá siempre carácter misional, por lo que si las circunstancias lo permiten, deberá celebrarse devoto Vía-Crucis con la Sagrada Imagen por las calles de la feligresía”.[6] Se van creando las bases de la configuración actual de los cultos al Cristo de la Buena Muerte, que se componen de un Quinario, un Vía-Crucis, una Función y el Besapies.

El 17 de julio de 1989 se cierra al culto la parroquia de San Julián, por lo que este Vía-Crucis se modifica en su recorrido, ya que la Hermandad, junto a la parroquia se trasladan a la cercana iglesia de San Hermenegildo, siguiendo con el itinerario tradicional pero aumentando el mismo por las calles Madre Dolores Márquez y Puerta de Córdoba. Este itinerario transcurre entre los años 1990 y 1994, ya que en septiembre de este último se reabre San Julián y se recupera la normalidad de los cultos en la Hermandad.[7]

En el año 2005, debido a unas obras en el templo de San Julián, de instalación de iluminación artística, las imágenes titulares son trasladadas a la Casa de Hermandad y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte a la capilla del Convento de San Cayetano, en diciembre de 2004. Para sus cultos anuales se decide llevar a la imagen a la iglesia de Santa Isabel, donde se realizaron con toda solemnidad y desde donde se realiza el Vía-Crucis.[8]

En el año 2008 debido a la estrecha relación con la Comunidad de Religiosas Cistercienses del Monasterio de San Clemente, que le concede a la Hermandad el título de cisterciense en septiembre de 2003, se decide hacer un Vía-Crucis extraordinario al Monasterio de San Clemente. El itinerario de ida fue el siguiente: Plaza de San Julián, Madre Dolores Márquez, Macasta, Sorda, Duque de Montemar, San Luis, Relator, Alameda de Hércules, Lumbreras y Santa Clara, monasterio de San Clemente, Reposo, Vascongadas, Estrellita Castro, capilla del Carmen de Calatrava, Pasaje Marqués de Esquivel, Pacheco y Núñez del Prado, Bécquer, basílica de la Macarena, Macarena, Morera, Macasta y Plaza de San Julián.[9]

El itinerario habitual del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, con la salvedad de los años que residió en la iglesia de San Hermenegildo, el 2005 y el 2008, es el siguiente: Plaza de San Julián, Plaza de Moravia, Pasaje Mallol, Santa Paula, Plaza de Santa Isabel, Siete Dolores de Nuestra Señora, Plaza de San Marcos, Vergara, Hiniesta, Lira, Duque Cornejo y Plaza de San Julián.

El Vía-Crucis del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, se ha convertido en un clásico acto de los cofrades de Sevilla. En pleno invierno en Sevilla, se descubren plazas y lugares de una belleza incomparable: Santa Paula, Santa Isabel o la estrechez de la calle Hiniesta, en pleno barrio de San Julián son imágenes de un piadoso culto externo de las Hermandades de Sevilla.

EMILIO JOSÉ BALBUENA ARRIOLA


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